
Hará unos 20 años –si no más- que los maravillosos Reyes Majos nos trajeron a mi hermano y a mí una Super Nintendo, un Cerebro de la Bestia, así, sin más. La emoción que me embargó podría haber sido similar a la del chaval que se hizo famoso por bailar en la cuerda floja de la locura tras gritar de alegría por haber recibido una flamante Nintendo 64 en las mismas fechas -solo que diez años más tarde que yo-. Yo no grité con ese desprecio por la integridad de los oídos ajenos, con ese desbordamiento orgánico en cascada que casi le lleva al manicomio… pero fue un sentimiento similar o mayor. Es algo que hay que liberar, es la genética del buen friki lo que te obliga a hacerlo y animo a la gente que lo haga, al menos, una vez en la vida. Se liberan muchas cosas buenas… Regalaos algo bueno, algo que hayáis deseado con todas vuestras fuerzas -esfínter incluido- y experimentadlo.